Antecedentes

A raíz de los devastadores sismos de 2017 en México, la sensibilidad de la ciudadanía y de sus autoridades afloró nuevamente, algo común en todas las sociedades amenanzadas por este fenómeno.

El 16 de julio de 2019 ocurrió un sismo de magnitud 3.2 en la alcaldía Miguel Hidalgo, un kilómetro por abajo del Panteón Dolores. A pesar de su magnitud tan pequeña, el terremoto produjo la aceleración del suelo más grande que jamás se haya registrado en sitios de roca firme de la ciudad.
Sin embargo, el sismo creó mucho revuelo a pesar de no provocar daños, de tal forma que el Gobierno de la CDMX tomó cartas en el asunto y convocó a especialistas en la materia para discutir y tomar decisiones pertinentes.

Fue así como surgió una iniciativa institucional que promete transcender el tiempo, al establecer la infraestructura y los medios necesarios para contribuir más que nunca a la prevención en nuestra urbe.
La Red Sísmica de la Ciudad de México (RSCDMX) y su Comité Asesor permitirán hacer observaciones inéditas de la sismicidad para entenderla mejor y para generar información expedita y útil durante las emergencias futuras.

Figura 1. Estaciones sismológicas y acelerográficas que integran la Red Sísmica de la Ciudad de México.

Se trata de un esfuerzo interinstitucional sin precedente que está construyendo una de las redes de observación sismológica más ambiciosas del mundo.
México se encuentra en un contexto geológico donde cinco placas tectónicas interactúan entre sí y provocan una alta actividad sísmica.

Figura 2. Placas tectónicas que interactúan con México.

Los sismos de mayor magnitud que afectan a la ciudad ocurren en el contacto entre las placas de Cocos y de Norte América (sismos interplaca), frente a las costas de Michoacán y Guerrero.
Otros sismos ocurren más cerca de la ciudad y dentro de la placa de Cocos (sismos intraplaca), como el ocurrido el 19 de septiembre de 2017. Su hipocentro se ubicó a 51 km de profundidad, mucho más abajo que el de los sismos interplaca, que rondan los 16 km. La magnitud y la distancia epicentral son factores clave que determinan la intensidad del movimiento.

Sin embargo, en el caso de la CDMX, los efectos de los sismos también son resultado de las condiciones tan particulares del subsuelo en el que se encuentra asentada gran parte de la ciudad, y que corresponden a los sedimentos de los antiguos y extensos lagos que existieron en la Cuenca de México. La comprensión de este fenómeno y la ingeniería sísmica mexicana comenzaron a desarrollarse tras el sismo del 28 de julio de 1957, mejor conocido como el terremoto del Ángel, pues la sacudida que produjo en la ciudad derribó el monumento del Ángel de la Independencia. Así, el conocimiento acumulado hasta hoy por especialistas en sismología e ingeniería ha trascendio de muchas maneras en beneficio de la sociedad.
Las sacudidas en la CDMX no sólo se deben a estos dos tipos de sismos, pues la urbe también está expuesta a sismos corticales, que pueden ser incluso más cercanos y superficiales.

Figura 3. Tipo de sismos por su origen: interplaca (entre placas), intraplaca (dentro de la placa subducida)
y cortical (dentro de la placa superior).

La CDMX se encuentra dentro de la Faja Volcánica Transmexicana, una expresión fisiográfica del vulcanismo resultante de la subducción de las placas de Rivera y de Cocos, que abarca desde Nayarit hasta Veracruz cruzando el país de poniente a levante. En ella se encuentra la mayoría de los volcanes activos de México y existe una gran cantidad de fallas geológicas activas como resultado de las fuerzas tectónicas en la región. Cercanas a la CDMX hay fallas de gran importancia, como la de Acambay-Tixmadejé, que produjo un sismo superficial de magnitud 6.9, el 19 de noviembre de 1912, a tan sólo 100 km de la ciudad, por lo que es el terremoto con magnitud superior a 6.0 más cercano a la capital desde 1900.

La orografía de la región es particular y se distingue por sierras de gran altitud que circundan la urbe y donde se han reconocido varias fallas geológicas también activas. Por ejemplo, las fallas al poniente de la ciudad dieron lugar al mencionado sismo del 16 de julio de 2019 en la alcaldía Miguel Hidalgo, sacudida que dio arranque a la conformación de la RSCDMX. Asociados a este sismo, sucedieron otros de menor magnitud entre el 12 de julio y el 9 de agosto de 2019 ahí mismo, lo cual produjo un enjambre sísmico que consistió en 26 sismos con magnitudes entre 1.2 y 3.2.

El Servicio Sismológico Nacional(SSN), que forma parte de la Universidad Nacional Autónoma de México(UNAM) desde 1929 y de su Instituto de Geofísica desde 1949, es la institución que mayor historia tiene en instrumentación sismológica en el país. En 1910 instaló uno de los instrumentos más antiguos de México en su Estación Central de Tacubaya. Éste y otros sismómetros similares registraron terremotos emblemáticos, como el de Acambay de 1912, el del Ángel de 1957, y el de Michoacán de 1985.

Figura 4. Sismograma registrado del evento del 19 de septiembre de 1985.

La instrumentación sísmica en la CDMX creció de manera significativa después de los terremotos de 1985. Ante la catástrofe, surgieron importantes iniciativas que llevaron a la creación de la Red Acelerométrica de la Ciudad de México (RACM) en 1987, con 78 estaciones de movimientos fuertes a cargo del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires). Asimismo, se estableció la Red de Observación Sísmica (ROS) del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) en 1989, con 11 acelerómetros en la CDMX, con el auspicio del gobierno de Japón y de la UNAM.

Posteriormente, a partir de los años 90 y hasta la fecha, la instrumentación sísmica de la ciudad ha seguido enriqueciéndose de forma paulatina con nuevas redes de observación y equipos más sofisticados en las redes existentes. El Instituto de Geofísica de la UNAM ha establecido la Red Sísmica del Valle de México (RSVM), hoy a cargo del SSN, que cuenta con 28 sismómetros ultrasensibles y 12 acelerómetros. Asimismo, la Unidad de Instrumentación Sísmica (UIS) del Instituto de Ingeniería de la UNAM ha mantenido y continúa el desarrollo de la RA, que en la actualidad cuenta con 24 acelerómetros en la CDMX.

Por otra parte, académicos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) han instalado y operado cinco acelerómetros en las instalaciones de dicha universidad. Otros esfuerzos complementarios se llevan a cabo con el fin de instrumentar a las escuelas capitalinas y de educar a los jóvenes escolares gracias a la Red Sísmica del Bachillerato (RESBAC), desarrollada actualmente por el SSN, la cual estará conformada por sismógrafos de periodo corto y acelerómetros.

De esta manera, hoy existen cinco redes sismológicas permanentes e independientes operando en la CDMX. Éstas son: la RACM, con 81 estaciones acelerométricas; la RSVM, con 28 sismómetros ultrasensibles y 12 acelerómetros; la RA, con 24 acelerómetros; la ROS, con 11 acelerómetros; y la red de la UAM, con cinco acelerómetros. Es decir, hay 149 estaciones sismológicas operando actualmente, las cuales pronto serán complementadas con 20 estaciones más por parte de la RESBAC, para un total de 169 instrumentos en la ciudad.